Los defensores de esta publicación han exigido "el derecho a hacer sátira de una ideología terrorista" con el objetivo de "reírse de lo que nos da miedo". Es decir, mostrar al Profeta del Islam, Muhammad, la Paz y las Bendiciones de Allah sean con él, ataviado con una bomba a modo de turbante o quejándose desde un supuesto cielo de que un terrorista llega y allí arriba andan escasos de vírgenes, entre otros brillantes ejercicios de democracia, eso es satirizar una ideología terrorista.
Seamos claros, en los dibujos el Profeta del Islam se identifica con un terrorista sanguinario y libidinoso y además los musulmanes, todos seguidores de una ideología terrorista, tenemos que ir a la escuela de democracia, de tolerancia y de Derechos Humanos, a cursos que nos darán los campeones de la perfección humanista. Por ejemplo los franceses que predicaron con el ejemplo en la cercana Argelia, de 1830 a 1962. ¿Dónde hay que inscribirse en los cursillos?
Ya basta de lecciones de humanismo y de prejuicios anti-islámicos basados en la repetición, simplificación y banalización. Basta de mostrar árabes como fanáticos, cuando sabemos que la vida de un árabe hoy en día prácticamente vale menos que poco. Pregunten a los palestinos o a los iraquíes.
Vaya juicio bochornoso.
À suivre.